El México tecnológico de Claudia Sheinbaum

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México inicia una nueva etapa con la llegada de Claudia Sheinbaum a la presidencia, convirtiéndose en la primera mujer en liderar el país. Pero al igual que su antecesor cimentó su plan de gobierno en cien promesas, o lo que ella denominó “100 Pasos para la Transformación”, que continúa el camino que trazó Andrés Manuel López Obrador, pero ahora Sheinbaum le da un enfoque renovado en áreas clave como la ciencia y la innovación tecnológica, buscando impulsar a México hacia una mayor independencia tecnológica, soberanía nacional y justicia social a través de su visión para el desarrollo científico.

El plan de Sheinbaum reconoce que la innovación tecnológica no solo mejora la calidad de vida, sino que también es fundamental para la independencia y seguridad del país. Generar tecnología propia es crucial para garantizar que México no dependa exclusivamente de actores internacionales. Sin embargo, este ambicioso plan enfrenta muchos cuestionamientos.

Uno de los puntos centrales de la propuesta de la presidenta es el fortalecimiento de la colaboración entre el gobierno, la academia, la empresa privada y los emprendedores. Ningún sector, por sí solo, es capaz de desarrollar todo el proceso desde la investigación científica hasta la comercialización de productos.

El plan incluye estrategias para fomentar la transferencia tecnológica, impulsar el emprendimiento de base tecnológica y promover la vinculación academia-industria.

Entre las principales propuestas se destacan: incrementar el presupuesto destinado a la ciencia y tecnología, crear un programa nacional de apoyo y transferencia de conocimiento, renovar los programas de becas de posgrado y promover polos de desarrollo científico. Estas medidas buscarían, en teoría, fortalecer las capacidades en ciencia, tecnología e innovación (CTI) y reducir la dependencia tecnológica del país.

Sin embargo, uno de los puntos más controvertidos para lograr esto es el legado que dejó Andrés Manuel López Obrador, con su reforma educativa conocida como la Nueva Escuela Mexicana, que redujo la presencia de materias STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) en el plan de estudios de educación básica, centrándose ahora en cuestiones que en la realidad y ante un mundo cada vez más globalizado y tecnológico no servirán de nada.

Y es que este plan de estudios ha generado preocupación en algunos sectores, pues podría, a largo plazo, poner en tela de duda la capacidad del país para formar el talento necesario para sostener la visión tecnológica de Sheinbaum. ¿Cómo puede México aspirar a convertirse en un polo tecnológico si no se fomenta desde la base una educación sólida en STEM? La falta de formación en estas áreas podría limitar la capacidad de los futuros profesionales para participar en la economía del conocimiento y en la creación de tecnología propia.

Además, surge la cuestión de los recursos necesarios para financiar este ambicioso plan. La creación de una fábrica de software y otros proyectos tecnológicos requiere una inversión significativa en infraestructura, capacitación y salarios competitivos para atraer y retener talento. Se estima que se necesitarán al menos 50 mil millones de pesos anuales para cubrir estos costos. ¿De dónde saldrán estos recursos en un contexto de restricciones presupuestarias?

El plan de Claudia Sheinbaum para convertir a México en un referente tecnológico es ambicioso y necesario para el desarrollo del país. Sin embargo, su éxito dependerá en gran medida de la capacidad del gobierno para revertir las decisiones educativas que limitan la formación en STEM y de asegurar los recursos necesarios para financiar estos proyectos. Solo así México podrá consolidarse como un polo tecnológico y aprovechar las oportunidades del siglo XXI.

Aunque el plan de Claudia Sheinbaum tiene el potencial de transformar a México en un líder tecnológico, tiene frente a sí estos retos que no son menores, porque al final, la educación en STEM y la financiación adecuada son pilares fundamentales para el éxito de esta visión. Sin estos elementos, el sueño de un México independiente y tecnológicamente avanzado podría quedarse solo en eso: un sueño.

Darío Celis

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