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El gobierno de Joe Biden e Intel Corporation firmaron un acuerdo de $7,860 millones de dólares en financiamiento directo para proyectos de fabricación de semiconductores
REALIDAD AUMENTADA
Con la reelección de Donald Trump, la inteligencia artificial (IA) se posiciona como un tema central en su agenda. La administración del magnate neoyorkino está considerando nombrar un «zar de la IA» para coordinar la política federal y el uso gubernamental de esta tecnología. Aunque muchos pensarían que ese Zar sería Elon Musk, pues lamentamos decepcionarlos y el Tony Stark sudafricano no ocupará este puesto, sin embargo, se espera que juegue un papel crucial en el debate y los casos de uso de la IA.
Trump prometió reducir las regulaciones, y su administración podría derogar la orden ejecutiva de Joe Biden que establecía medidas para gestionar los riesgos de seguridad nacional de la IA y evitar la discriminación. El Partido Republicano considera que estas regulaciones obstaculizan la innovación, calificándolas de «ideas radicales de izquierdas».
La discriminación es uno de los principales riesgos. Los sistemas de IA pueden reproducir prejuicios sociales, afectando decisiones críticas como la contratación y la aprobación de hipotecas. Por ejemplo, si un sistema de IA se entrena con datos históricos que reflejan prejuicios raciales o de género, es probable que perpetúe esos sesgos en sus decisiones futuras. Sin una regulación adecuada, estos sesgos históricos se perpetuarán, afectando negativamente, aún más, a comunidades marginadas.
La desinformación es otro riesgo latente. La IA puede generar contenido engañoso, como imágenes y videos falsos, que pueden influir en elecciones y acosar a personas. Un ejemplo reciente incluye imágenes falsas de figuras políticas, como las de Kamala Harris, que circularon ampliamente en redes sociales antes de las elecciones presidenciales. Además, en enero, más de 20,000 personas en New Hampshire recibieron una robocall que utilizaba IA para suplantar la voz de Joe Biden y aconsejarles que no votaran en las primarias presidenciales.
El mal uso y los riesgos existenciales de la IA también son preocupantes. La IA puede ser utilizada para ciberataques sofisticados y sistemas de armamento autónomo. Un informe del Departamento de Estado de EE.UU. advirtió sobre los riesgos catastróficos de la IA, incluyendo la posibilidad de que se vuelva incontrolable y represente una amenaza para la humanidad. Por ejemplo, la IA podría automatizar el pirateo informático o crear sistemas de armamento autónomo capaces de causar daños a nivel de extinción humana.
La administración Biden había avanzado en la regulación de la IA, incluyendo compromisos voluntarios de empresas tecnológicas y leyes estatales. Sin embargo, la posible derogación de estas medidas por parte de Trump podría desmantelar importantes salvaguardias, como el Instituto de Seguridad de la IA. Elon Musk, conocido por su preocupación sobre los riesgos de la IA, podría influir en la implementación de regulaciones más estrictas. Sin embargo, figuras como J.D. Vance advierten contra la sobrerregulación, argumentando que podría frenar la innovación.
La inteligencia artificial tiene el potencial de transformar nuestra sociedad, pero también conlleva riesgos significativos. La administración Trump debe lograr un equilibrio entre la innovación con la implementación de regulaciones sólidas para mitigar estos riesgos. La creación de un marco regulatorio robusto no solo protegerá a los ciudadanos, sino que también garantizará un desarrollo ético y seguro de la IA. Y aunque suene trágico podríamos evitar una realidad negativa para la humanidad, como las planteadas por autores de Ciencia Ficción.
Gemelos Digitales
Y en más de nuestros vecinos del norte y la tecnología, les comento que aun antes de irse, la administración Biden-Harris e Intel Corporation concretaron un acuerdo que asignará hasta $7.860 millones de dólares en financiamiento directo a Intel para proyectos de fabricación de semiconductores bajo la Ley de CHIPS y Ciencia. Este apoyo permitirá a Intel avanzar en instalaciones clave en Arizona, Nuevo México, Ohio y Oregón, fortaleciendo la cadena de suministro de tecnología crítica en Estados Unidos. El impacto económico será grande, ya que Intel planea generar miles de empleos, promover el desarrollo tecnológico y apoyar programas educativos, incluyendo una inversión de $100 millones en formación de la fuerza laboral. La colaboración con el gobierno cataliza así una transformación histórica en la industria de semiconductores, asegurando un futuro tecnológico más competitivo para Estados Unidos y empezar a depender menos de los semiconductores provenientes de China.
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