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La economía de Estados Unidos mantuvo un ritmo robusto en el segundo trimestre de este año, impulsada principalmente por un fuerte gasto de los consumidores, lo que a su vez benefició las ganancias corporativas. Este crecimiento económico ha superado las expectativas, mostrando la resiliencia del mercado a pesar de las políticas monetarias restrictivas implementadas por la Reserva Federal.
Un crecimiento económico superior al esperado
Entre abril y junio, el Producto Interno Bruto (PIB) de Estados Unidos registró un crecimiento anualizado del 3%, según cifras revisadas del Bureau of Economic Analysis (BEA). Este incremento superó el pronóstico de los analistas, que esperaban un crecimiento del 2.8%, cifra que había sido reportada de manera preliminar. Este desempeño marca el mejor resultado en un periodo similar desde 2021, reflejando la solidez de la economía estadounidense en los últimos tres años.
Componentes clave del crecimiento económico
El reporte del BEA destacó que el crecimiento del PIB en el segundo trimestre se debió principalmente a un repunte en la inversión privada en inventarios y a una aceleración en el gasto de consumo personal (PCE). El gasto en consumo, uno de los principales motores de la economía, creció a una tasa del 2.9%, contribuyendo con casi dos terceras partes del crecimiento registrado en el trimestre. Por otro lado, la inversión privada bruta avanzó un 7.5%, mientras que la inversión del gobierno creció un 2.7%, aunque ambos indicadores se situaron por debajo de las cifras preliminares, pero aún superiores al desempeño del primer trimestre.
Impacto de la política monetaria de la Reserva Federal
A pesar de la fortaleza mostrada por la economía estadounidense, los analistas advierten que la política monetaria restrictiva de la Reserva Federal está comenzando a pesar sobre algunos componentes económicos, como el mercado laboral y la construcción. Actualmente, las tasas de interés de la Fed se encuentran en un rango del 5.25% al 5.5%, el nivel más alto en dos décadas. La mayoría de los analistas y agentes financieros esperan que estas tasas comiencen a bajar a partir de septiembre, ante el enfriamiento del mercado laboral.